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La Saga de Santuario-7

ATENCIÓN:  ESTA SAGA PUEDE CONTENER SPOILERS DE MÓDULOS OFICIALES. SI ERES JUGADOR Y VAS A JUGAR USANDO SUPLEMENTOS AMBIENTADOS EN PRAX, COMO «RIVER OF CRADDLES», «STRANGERS IN PRAX», O «SHADOWS IN THE BORDERLANDS«; LA AVENTURA «EL PORTAL DE KARSHIT«; Y MÓDULOS DEL MERP COMO «LA CIUDAD DE LOS DECARRIADOS»  O «LA BÚSQUEDA DEL PALANTIR» NO SIGAS LEYENDO.

En negrita los personajes jugadores

2.3      Garhound

A principios del año 1618 mi Señor Devon, ahora conocido como Devon Khan, se reunió con Sir Olger en Ronegard. Para ese momento había gastado ya varios de sus objetos mágicos, especialmente los que provocaban bolas de fuego y muchos proyectiles del mosquete thompson. Juntos remontaron el ZolaFel hasta llegar a Garhound, en el Condado del Sol, y desde allí enviaron un mensaje a Urquhart Mano de Cerdo y Ordaín para que se reunieran con ellos. Por aquellas fechas se celebraban las fiestas de la cosecha, y era tradición elegir al Campeón de Garhound. La elección se llevaba a cabo mediante una competición en la que los aspirantes deben enfrentarse en siete pruebas. Al final el ganador es proclamado Campeón, obtiene como premio un terreno por valor de 1.000p, y toma como esposa a la Reina de las Fiestas, la más hermosa doncella de la villa. De los cuatro amigos sólo Sir Olger decidió participar, mientras que los demás se contentaron con apostar por los favoritos.

La primera prueba consistía en una carrera a caballo. Olger se consideraba favorito por ser un nómada pastizaleño, pero a media carrera se cayó del caballo y no pudo puntuar. La segunda prueba era la justa, y en ella Sir Olger, jinete y lancero experto, sólo pudo conseguir el segundo puesto (lo cual le frustró mucho). La tercera prueba era un concurso de lucha, en la que Olger acabó tercero.  La cuarta era una prueba de inteligencia, que el pastizaleño gano sin demasiados problemas. La quinta prueba era el Muro de la Muerte, en la que los contendientes debían caminar a lo largo de la parte superior de un muro de la muralla mientras un arquero les disparaba flechas, y Olger quedó segundo. En la sexta prueba el nómada no pudo puntuar, y consistía en sostener en el aire un gran caldero con agua hirviendo durante el mayor tiempo posible. Olger llegó a la séptima prueba empatado a puntos con otro de los participantes. En la última contienda las damas de la villa elegían a su favorito, y éste fue el pastizaleño, que ganó de calle por su espectacular gallardía y sus dotes de oratoria.

Sir Olger fue proclamado Campeón de Garhound, recibió el título de propiedad de sus tierras, y esa misma tarde tomó por esposa a Melisenda Winnon, la más hermosa doncella de la comarca. Esa noche consumaron su matrimonio bajo la bendición de Ernalda, y al cabo de un mes las sacerdotisas certificaban el embarazo de Melisenda. El siguiente en tomar esposa fue mi señor Devon, que desposó a Yashia, hija de un Khan de los jinetes alticamello. Todo esto concidió con el regreso del medioelfo Aldruin, al que ya le había crecido su pierna amputada.

2.4      Las Cavernas Dyskund

A principios de 1619 Melisenda Winnon Olger dio a luz a dos hermosos mellizos, un niño y una niña, que su perplejo padre llamó Olgersson y Ekkaia. Para ese momento los amigos estaban escasos de fondos, y Olger utilizó sus contactos en Pavis para encontrar alguna empresa que les proporcionara ingresos. Compró a Hurbi, un conocido buscador de tesoros, el mapa de unas cavernas por 200p, y organizó un equipo formado por sus seguidores zaringas, el enano Urquhart Mano de Cerdo, el jinete cebra Ordaín, y cinco aventureros que conocieron durante su último año en Pavis: Bulgo, un Humakti ávido de perseguir al caos y ganar algo de dinero en el intento; Bulfas Bixx, un chamán de la tribu de los bisontes que se había separado de su gente para buscar experiencia y objetos de poder lejos de las llanuras; León Gris, un cazador agimori taciturno y poco hablador; Bulgodos, un ex-soldado del Condado del Sol con necesidad de hacerse un nombre como mercenario; y Sirikan, un jinete de alticamello que tenía como virtudes su sinceridad, generosidad y valentía, pero en su contra su crueldad con el enemigo.

Siguieron el mapa hasta la entrada de una vasta red de cavernas. En ellas encontraron varios altares caóticos y otras maravillas. Cuando el grupo se acercó a investigar uno de los altares, consagrado al caótico Thanatar, cayeron en una emboscada de ogros. Bulgo el Humakti y uno de los seguidores zaringas de Olger cayeron alcanzados por varias saetas y el resto del grupo se retiró. Salieron de la cueva impresionados por la fiereza del ataque y se prepararon para volver a entrar. Al día siguiente penetraron sigilosamente en la gruta y se acercaron al altar. No encontraron a ningún ogro, pero sí hallaron pruebas de que los caóticos habían devorado a sus dos compañeros caídos. Horrorizados, siguieron peinando las cavernas para descubrir que había otros peligros aparte de los ogros. León Gris y Sirikan murieron combatiendo con un Caracol-Dragón, pero ante el asombro de todos Sirikan resucitó y sus heridas se curaron solas (más tarde supieron que se trataba de un Inmortal con capacidad de regenerar el daño). Entraron y salieron en repetidas ocasiones de las cuevas a lo largo de una semana, en la cual Sirikan murió varias veces en combate, y con cada recuperación se encontraba cada vez más débil. Finalmente encontraron a seis ogros y eliminaron a la mitad de ellos. Cuando se encaminaban a la salida, Bulfas Bixx se temió una emboscada y decidió atajar en solitario a través de un bosque de setas subterráneas del que no volvió a salir.

2.5      Barren el Matamonstruos

De vuelta en Pavis Sir Olger y Devon Khan decidieron abandonar Prax y buscar nuevas aventuras en lejanas tierras. Embarcaron como pasajeros en el Churner, el barco del famoso capitán Barren Matamonstruos. Junto con ellos viajaban sus esposas y sirvientes; los enanos Gingli y Urquhart Mano de Cerdo; el mercenario Bulgodos; Aldruin el Medioelfo; y los nómadas Sirikan, Ordain y Oyetu; además de los pocos seguidores zaringas que le quedaban a Olger.

Durante el viaje, del que mi Señor Lord Devon no ha querido contarme demasiado por lo doloroso que a la postre resultó para él, Barren hizo honor a su nombre y persiguió y mató a cuanto monstruo marino avistó, no sin la ayuda del grupo. Habían acabado con varios peligrosos animales marinos, incluído el famoso Tiburón Moteado, cuando el barco entero fue engullido por el gigantesco monstruo conocido como el Vomitador. Dentro de los varios estómagos de la bestia el barco fue atacado por esqueletos, tiburones, pulpos gigantes y otras criaturas temibles. Finalmente, causaron tantos daños internos a la bestia que ésta, agonizante, vomitó al barco haciendolo zozobrar. Los supervivientes vagaron a la deriva sobre los restos del Churner hasta varar en una playa desconocida. Cuando hicieron recuento faltaban Oyetu, Bulgodos, varios seguidores zaringas de Sir Olger, todos los criados; y Yashia, la amada esposa de Devon Khan.

2.6      La Maldición del Yelmo

Descubrieron que habían arribado a las costas del principado de Dol Amroth, y se encaminaron  a la ciudad con la intención de lamer sus heridas y llorar a los desaparecidos. No tenían dinero, sólo unas pocas joyas y anillos de oro que no podrían mantener a una compañía tan numerosa durante mucho tiempo. El grupo lo formaban Sir Olger, Devon Khan, los enanos Gingli y Urquhart Mano de Cerdo, Sirikan el Inmortal, Aldruin el Medioelfo, Ordaín, y un hechicero con poca experiencia llamado Klinminestro, al que conocieron en el puerto de Dol Amroth.

En una taberna de la ciudad coincidieron con dos extraños personajes, un hechicero llamado Echtelion Parapleo y un ladrón de nombre Georgos Mustakisis. Empujados por la necesidad de conseguir fondos aceptaron la propuesta del hechicero y del ladrón de acompañarles en busca de un legendario tesoro escondido en una antigua tumba.

Llegar a las ruinas fue fácil, y vencer a los bandidos que las ocupaban no les costó mucho esfuerzo. Capturaron y maniataron a doce de ellos y a su jefe, Artaur el Vil, y después les asesinaron a sangre fría. En defensa de mi señor he de decir que los desmanes de Artaur el Vil y sus hombres eran conocidos y temidos en toda la región, y que nadie lloró sus muertes a excepción de sus madres. Después de esta matanza exploraron los pasadizos más profundos de las ruinas y se enfrentaron a un Caracol-Dragón que tenía unas piedras rojas por ojos. Cuando acabaron con el monstruo, y por indicación de Echtelion, le arrancaron los ojos y los incrustaron en los pomos de unas enormes puertas y éstas se abrieron de par en par, dejándoles ver una estancia donde un espectro vestido de guerrero se identificó como Atreo y les dio la bienvenida a la antigua ciudad de Micenas.

Atravesaron los interminables pasadizos de las catacumbas hasta la tumba de Agamenón y acabaron con su espíritu atormentado. Una vez eliminado el espectro de Agamenón, Atreo se materializó en medio de la sala y les dió permiso para que cada uno cogiera un solo objeto del tesoro de Agamenón. Cada uno cogió algo, todos objetos de gran valor. Devon Khan eligió un escudo ovalado de color negro azabache muy resistente y ligero que le acompañaría muchos años en innumerables aventuras, y Sir Olger eligió un yelmo que no le traería más que desgracias, un casco ligero como una pluma y con un ojo de lapislázuli en la cara interior, el Yelmo de Agamenón. Mientras recorrían los pasadizos de vuelta al exterior, Mustakisis intentó robar a Klinminestro una valiosa copa que había recogido del tesoro, y en la pelea el hechicero mató al ladrón con su espada.

Cuando salieron al exterior se encontraron en otro tiempo, la ciudad de Micenas ya no estaba en ruinas sino en todo su esplendor, y los guardias del rey les estaban esperando para apresarles. La ciudad estaba sitiada y esperando el asalto final de los hombres de  Maklós. El grupo permaneció bajo interrogatorio durante siete días, al cabo de los cuales empezó el asalto a la fortaleza. Aprovechando el caos consiguieron escapar de la ciudad pero fueron perseguidos por carros de guerra. Allí cayeron combatiendo contra los áurigas Aldruin y Purgo “Pinta”, el escudero zaringa de Sir Olger. Después de una semana, los supervivientes volvieron a Micenas para comprobar que la ciudad estaba en ruinas debido al saqueo de los hombres de Maklós. Entraron en las catacumbas con la intención de atravesar el portal y volver a su tiempo. Allí se encontraron con Atreo, que les advirtió de la maldición que había caído sobre ellos y sobre el portador del yelmo de Agamenon: todos se convertirian en espectros cuando la muerte les llegara. Se acordaron en ese momento de Aldruin, Purgo y Mustakisis, y los imaginaron vagando como espectros entre las ruinas de la antigua Micenas.

Impactados por la noticia acudieron a varios templos a solicitar consejo y a que los sacerdotes estudiaran el yelmo maldito. Descubrieron que la fuente del yelmo era el templo de Krarsht, en Mirkwood, y que la única forma de acabar con la maldición era acudir allí y destruir la piedra de poder del templo, el altar del que los sacerdotes de la Hambrienta sacaban la energía para crear objetos como ese.

De camino a Mirkwood llegaron a la Ciudad de los Descarriados, una ciudad sin nombre gobernada por un hechicero apoyado por una guardia orca. Envalentonados por el poder adquirido asaltaron el castillo de Leardinoth el Mago combatiendo de una estancia a otra matando orcos hasta llegar al patio central, donde fueron rodeados. Se concentraron en atacar al hechicero mientras unos pocos contenían a la guardia orca. En ese momento surge en las historias sobre este hecho una controversia; unos dicen que Urquhart, a la sazón aprendiz del hechicero Klinminestro, eliminó a toda la guardia orca con un poderoso conjuro; otros dicen que en realidad el enano pifió el lanzamiento de un conjuro y eliminó a los orcos por error. Sea cual sea la verdad, con la muerte de sus guardias Leardinoth se quedó solo y todo el grupo se concentró en atacarle.  La lucha fue despiadada y Devon Khan fue herido de gravedad, aunque el Mago cayó finalmente.  Así se convirtieron en los Señores de la Ciudad de los Descarriados, pero no tardaron en  en hastiarse de las obligaciones del gobierno y vendieron la ciudad al Reino de Gondor a cambio de una cuantiosa suma. Inquietos por la maldición, decidieron zanjar el problema viajando al Templo de Krarsht. Mi Señor Devon no estaba en condiciones de combatir debido a sus heridas y viajó a la ciudad de Santuario para recuperarse, escoltado por el fiel Ordaín. El resto del grupo se dirigió a Mirkwood para asaltar el Templo de Krarsht y destruir el altar rojo. Por el camino se les unió un hobbit llamado Biglittle.

Se acercaron al templo atravesando una zona pantanosa y Sir Olger se adelantó para explorar los edificios externos. Lo que no sabían sus compañeros era que el yelmo ya había dominado al caballero y que éste no tenía ninguna intención de destruir el altar y perder los poderes del yelmo maldito. Sin embargo el dominio caótico del casco no era suficiente como para traicionar a sus compañeros y venderlos a los sacerdotes del templo, así que optó por escabullirse y dejarlos a su suerte. Ellos echarían de menos sin duda su espada en el combate que se avecinaba.

El grupo esperó en vano la vuelta de Olger y al final decidieron entrar, pensando que algo le había pasado. Llegaron casi sin problemas al altar rojo y empezaron a atacarlo con todo lo que tenían y cada vez que lo golpeaban el altar les respondía dañándolos con descargas rojizas. En ese momento empezó a sonar un gong de alarma y comenzaron a llegar guardias, acólitos y sacerdotes de la Hambrienta y el combate se convirtió en un caos; algunos se defendían de los enemigos mientras que otros seguían atacando al altar, que flotaba mágicamente sobre una grieta abisal. Cuando parecía que podrían contener la marea de seguidores de Krarsht apareció una enorme momia armada con una espada, era la momia del propio Agamenón y la cosa se complicó terriblemente.

Urquhart intentó saltar por encima de la grieta y cayó al abismo sin fondo. La momia de Agamenón le destrozó la cabeza de un mandoble a Klinminestro y Sirikan cayó abatido por los acólitos y fue empujado a la grieta. Cuando también cayó muerto el escudero zaringa de Sir Olger ya sólo quedaba en pie el valiente Gingli, rodeado de sacerdotes, guardias, acólitos y la enorme momia de Agamenón. El enano estaba muy malherido y usó sus últimas fuerzas para golpear por última vez el altar sabiendo que la descarga le mataría. Lo que no sabía es que su golpe no bastaría para destruir la piedra. La muerte del enano sólo la vio Biglittle, que había sido capturado durante el combate. Lo llevaron al altar con la intención de sacrificarlo a Krarsht, pero antes de que pudieran salirse con la suya el hobbit se escabulló y se suicidó lanzándose al vacío por la grieta. Así cayó el grupo entero, y sólo quedaron Sir Olger, Devon Khan, y Ordaín, aún bajo la maldición del yelmo.

2.7      La Búsqueda del Palantir

Impresionado por la forma en que conquistaron la Ciudad de los Descarriados, el Consejero del Rey de Gondor contrató a Sir Olger y a Devon Khan para que viajaran al lejano norte a recuperar un palantir (una poderosa esfera de videncia). Buscaron nuevos compañeros para la travesía y partieron a mediados del año 1620 acompañados por Ordaín; McDugal, un pato con más valentía que sentido común; el elfo Enchasol; Sir Frealof, un caballero nórdico de la Ciudad del Lago; Tabio, el único seguidor zaringa de Sir Olger que quedaba con vida; y tres bárbaros, Osric, Hunter y Mosacak.

El viaje les llevó hasta el lejano Forodwaith, el  Yermo Helado del Norte, y de allí regresaron al cabo de un año con el pallantir en su poder y con dos bajas entre sus filas: Enchasol había caído defendiendo el campamento de un ataque de saqueadores nómadas; y  Mosacak había muerto combatiendo contra un espectro (Sir Olger atacó al espectro y alcanzó a Mosacak por error, matándole en el acto).

El Rey de Gondor recompensó generosamente a todos los compañeros:

Sir Olger fue nombrado Barón de Medgidia, una villa fortificada, con un castillo grande. Una valiosa posesión acompañada por varios pueblos cercanos.

Sir Devon fue nombrado Señor de Bolgrad, una villa a orillas de un rio, con un castillo de tamaño medio. Una valiosa posesión acompañada de varios pueblos cercanos, dominando la ruta comercial entre Santuario y el interior.

McDugal fue nombrado Señor de Dongorath, una aldea casi sin recursos con una casa fortificada medio en ruinas. El pato no perdió el tiempo y antes de que se cumpliera el primer mes de estancia en su señorío había conquistado a los Orlanthis el cercano pueblo de Leovo, un pueblo con empalizada de madera y una torre de vigilancia.

Sir Frealof fue nombrado Señor de Larach Duhnann, una villa con un castillo pequeño pero con un buen foso y posibilidades de ampliación.

Osric fue nombrado Señor de Minas Anghen, una torre amurallada situada en el Mornan, cerca de la salida sur de la Garganta de los Muertos. La torre había pertenecido a un famoso hechicero y estaba abandonada y ocupada por una banda de salteadores, así que Sir Osric tuvo que asaltar la torre y arrebatársela a sus ocupantes.

Hunter abrazó la fe Malkionita, comienzó sus estudios para ser ordenado sacerdote y cambió su nombre por el de Albanus.

Fin del Libro Segundo

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La Saga de Santuario-6

2.2      Mioreighenet

En negrita los personajes jugadores

Permanecieron en la ciudad un par de meses gastando lo que habían conseguido en la Isla del Ogro mientras la casa se les iba quedando pequeña. La fama conseguida como Voces del Zola Fel hizo que muchos mercenarios y aventureros se acercaran a ellos para ofrecer sus servicios. Entre ellos estaba Ordaín, un nómada praxiano iniciado del Toro Tempestuoso, deseoso de luchar al lado de tan tremendos azotes del Caos. Con él trajo a doce aventureros más, mercenarios que formaban un grupo muy heterogéneo compuesto por nómadas, orlanthis, ex-soldados del Condado del Sol y algún buscador de fortuna de oscuro pasado. Gracias a su recién ganada fama conocieron también a Smeril, un hechicero intrigante, que venía acompañado por su chimpancé familiar y por un escriba. Smeril había conocido recientemente al escriba, que a su vez era portador de un mapa y el diario de un conocido explorador de la antigüedad llamado Rutius Archiripa, y le convenció para unirse a un grupo de “guerreros poderosos” para emprender la peligrosa búsqueda de tesoros. El mapa parecía indicar la localización de la biblioteca del Jardín de Genert, así como el sitio exacto de la tumba del viejo rey y de su espada. La leyenda decía que el portador de la espada de Genert sería el nuevo campeón de las tribus nómadas de Prax frente a los invasores.

El viaje debía seguir el trayecto que realizó Rutius Archiripa junto a la corte del rey Genert en su último viaje hasta la tumba. Como preveían una larga marcha, partieron todos con animales de monta y de carga. La caravana la componían Sir Olger y sus seguidores zaringas, el pato Donaldus McKuak, los enanos Gingli y Urquhart Mano de Cerdo, el hobbit Trislojif, el hechicero Smeril con su chimpancé familiar y su escriba, Ordaín y los doce mercenarios, y los tritónidos Ge’hechya y Ma’char. Treinta en total.

Después de varias jornadas sin incidentes llegó el desastre, cuando estaban acampados cerca del pantano del Caos. Por la noche fueron atacados mientras dormían por una tribu de morocantes y cundió el pánico. La mayor parte del grupo escapó,  perseguidos por los morocantes, y liderados por Sir Olger, con sus monturas y lo poco que pudieron coger en medio del desconcierto del ataque. Mientras unos atacantes saqueaban el campamento y otros perseguían a los huidos, un pequeño grupo, liderado por Gingli, se escabulló a pie en dirección al pantano aprovechando la oscuridad.

Por la mañana el grupo de Gingli observó el panorama desde el pantano. Los morocantes seguían saqueando el campamento y el grupo que salió en persecución de Olger volvía de vacío. Optaron por alejarse caminando por las ciénagas sin internarse demasiado, algo fácil de decir pero difícil de conseguir. Por la noche estaban perdidos, comidos por los mosquitos y muertos de hambre y de sed. A la mañana siguiente continuaron en dirección a una colina cercana con la intención de pisar tierra seca y divisar una salida de aquel infierno, pero a mitad de camino oyeron gritos espeluznantes a su derecha, y de la maleza salieron en su dirección una veintena de broos a la carga. Todo el grupo corrió como alma que lleva el diablo hacia la colina, y exhaustos llegaron a la cima para formar una línea de defensa. Se miraron a los ojos, conscientes de que ese iba a ser su último combate. Allí arriba estaban Gingli, Ma’char, el escriba, cinco mercenarios, y el chimpancé de Smeril; y por la colina subian dando alaridos veintidós broos enfurecidos.

El choque fue brutal y la carnicería rápida, aunque para ellos durase una eternidad. Al final Gingli estaba de pie, espada en mano y cubierto de sangre, acompañado por tres de los mercenarios. No lo podían creer, habían sobrevivido, y la prueba eran los cadáveres de los broos que cubrían la colina (sobre todo alrededor del enano). Habían caído Ma’char, dos mercenarios, el escriba y el pequeño pero fiero chimpancé de Smeril, y ningún broo había logrado escapar. Enterraron a sus compañeros en las ciénagas, descansaron hasta mediodía y al atardecer lograron salir del pantano. Olger y los demás habían vuelto sobre sus pasos y los dos grupos se encontraron en lo que había sido su campamento tres noches antes. Aunque los morocantes no habían dejado nada util, la presencia de Ordaín y algunos nómadas entre los mercenarios les permitió cazar y encontrar agua, y poder así seguir con el viaje. 

Según el diario tenían que internarse en el pantano del Caos, cosa que a Gingli no le hizo mucha gracia  (y no sólo por tener que mojarse la barba). Entraron a pesar de los gruñidos del enano, y al poco tiempo todos desearon haberle hecho caso. Perdieron a uno de los nómadas en un encuentro con un lagarto bípedo muy rápido y con más dientes que escamas, que se llevó la pierna del desdichado mercenario de un bocado. Lograron parar la hemorrágia y le enviaron de vuelta a Pavis junto con los seguidores zaringas de Sir Olger, alguno de los cuales había enfermado a causa de las picaduras de mosquitos, sanguijuelas y otros bichos desconocidos. En un par de días llegaron al marchito Jardín de Genert y a su biblioteca, donde encontraron unos pocos pergaminos que la humedad había perdonado. Smeril encontró algunos valiosos conjuros en estos pérgaminos y dio por bien empleada la caminata, aunque no la pérdida de su fiel familiar.

Cuando lograron salir del pantano abrazaron el desierto como si fuera un paraíso, y se encaminaron hacia su siguiente meta, la Meseta de las Estatuas, donde Rutius Archiripa aseguraba que se encontraba la tumba del rey Genert y su fabulosa espada. Al cabo de un par de días añoraron la humedad del pantano. Finalmente avistaron la Meseta de las Estatuas, agotados y sedientos,  y acamparon a la sombra de sus altas paredes. Pasaron un día entero buscando una ruta de subida que no les obligara a escalar con cuerdas. A la mañana siguiente empezaron a subir y no llegaron arriba hasta el ocaso. Durante la escalada un desprendimiento se llevó a uno de los mercenarios, un ex–soldado del Condado del Sol.  Una vez en la cima encontraron la entrada a las cuevas que mencionaba Rutius en su diario y entraron con mucha precaución. Precaución que no fue suficiente para evitar que se perdieran más vidas, un mercenario murió ahogado cuando cruzaban un lago subterráneo y otro fue abatido por una trampa de ballesta. Antes de llegar a la tumba encontraron una vasta caverna sembrada de rocas de diferente tamaño, y muchas de ellas eran piedras de poder que podían almacenar energía para impulsar conjuros. Recogieron todas las que pudieron y continuaron su camino hasta llegar a un laberinto de túneles estrechos. Allí cayeron en una emboscada de trasgos que repelieron sin muchos contratiempos, pero la fatalidad les seguía persiguiendo, porque cuando el pato intentó lanzar un conjuro de cuchilla afilada desapareció en una nube de humo ante el asombro de todos. Nunca más supieron de él, Donaldus McKuak, Voz del Zola Fel.

Continuaron errantes por los túneles hasta que estuvieron seguros de estar perdidos, y a la vuelta de un recodo encontraron un cuerpo tendido en el suelo, era un hombre de complexión delgada y baja estatura, que empuñaba un artefacto de hierro de extraño aspecto, era mi señor Devon. Le reanimaron y comprobaron que no estaba herido, aunque iba vestido de una forma estrafalaria y hablaba en una especie de dialecto theyalano. Les contó que estando en una expedición con varios compañeros suyos en una isla llamada Ryaleh, a la caza de un monstruo de nombre Chtulhu, atravesó un arco de piedra y se sumió en una total oscuridad y tuvo la sensación de estar cayendo en un pozo sin fondo hasta que perdió el sentido. Devon llevaba varios artefactos que todos consideraron como mágicos: un palo largo de hierro que él llamaba thompson (más tarde supieron que era como un mosquete enano pero que podía disparar sin parar), una pistola parecida a la de los enanos, una pequeña caja metálica que creaba fuego a voluntad (él la llamaba mechero), y dos objetos que eran capaces de formar bolas de fuego (aunque ellos todavía no sabían nada de esto). Le ofrecieron unirse al grupo, al menos hasta salir de los túneles, y continuaron buscando la tumba.

Finalmente encontraron una losa como la que describía Rutius en su diario, y lograron moverla con mucho esfuerzo. Una vez lo consiguieron vieron un largo túnel al otro lado, y oyeron un ruido atronador que provenía de él. Un pesado rodillo de piedra avanzó hacia ellos y todos saltaron a un lado para esquivarlo, pero algunos no fueron suficientemente rápidos y cayeron aplastados. Comprobaron que eran el fiel Ge’hechya y dos de los mercenarios, y maldijeron a Rutius Archiripa por no mencionar la trampa en sus notas.  Apenados por la muerte del tritónido entraron a la tumba y  saquearon sus riquezas a conciencia. Encontraron también la espada de Genert clavada profundamente en una pared de roca y todos pasaron por turno para intentar sacarla, pero fue el último de ellos, mi señor Devon, el que logró extraerla sin esfuerzo. En ese momento, el único mercenario nómada que quedaba con vida le juró lealtad hasta la muerte.

Salieron de las cuevas cargados de tesoros y descendieron hasta el llano con dificultad. Por la noche repartieron el botín, incluyendo las piedras de poder. A Smeril le tocó una piedra muy poderosa, con la que tenía que sintonizar mentalmente para poder aprovechar su energía. La piedra era caótica, y Smeril cayó en su poder sin darse cuenta. Durante el viaje de vuelta a Pavis la piedra fue explotando el lado intrigante del hechicero y alimentando su ansia de poder. Smeril fijó su interés en el seguidor nómada de Devon, al que también le había tocado una piedra mágica en el reparto. Devon notó que el hechicero vigilaba al nómada y se puso en guardia. Una noche, en el campamento, Smeril aprovechó que estaba de guardia y casi mata al nómada atacándole con un conjuro de veneno. Sin mediar palabra Devon se levantó de su manta y acercándose al hechicero le disparó dos veces con su pistola. Smeril cayó fulminado, con dos agujeros en el pecho, y todos quedaron asombrados ante el poder de las armas mágicas de mi señor Devon, y desde entonces le tuvieron más respeto. Abandonaron el cuerpo del hechicero a las alimañas y siguieron su camino.

De vuelta en Pavis el grupo se disolvió. Sir Olger viajó hasta Ronegart para aceptar la invitación del Duque Raus, y sirvió bajo sus órdenes como mercenario durante un año y medio, patrullando la frontera, hasta 1618. Gingli se fue a visitar a su familia y tardaron un par de años en volverle a ver.

Urquhart Mano de Cerdo y Trislojif decidieron permanecer en Pavis y se metieron en líos rápidamente. El enano seguía con su afición a robar, y el hobbit nunca ocultó que su oficio era el de ladrón, así que se juntaron con un conocido ladrón de Pavis llamado Gacio el Feo, y planearon entrar en la tienda de animales de Butai a robar sus valiosos halcones entrenados. El robo salió mal, Butai los descubrió, e hirió a Trislojif con su espada corta. Gacio y el enano huyeron, pero antes Urquhart ordenó a un gnomo que tenía ligado que llevara al hobbit bajo tierra hasta su guarida. El gnomo le obedeció, pero Urquhart no calculó bien la distancia y el hecho de que bajo tierra no hay aire, así que el hobbit llegó muerto al destino. Así murió Trislojif, Voz del Zola Fel, que fue incinerado y entregadas sus cenizas al río.

Ordaín juró fidelidad a Devon, y después volvió con su tribu y utilizó el dinero para comprar cebras. Por su parte, Devon y el mercenario nómada fueron al consejo de la tribu alticamello de éste y allí le presentó como el Portador de la Espada de Genert. Los jefes de los clanes estaban divididos, unos le aceptaban como el líder del que hablaba la leyenda, y otros lo negaban, argumentando que al no ser un jinete nómada la Ley no tenía efecto. El clan Mano Blanca le aceptó como su líder si antes realizaba el acto ritual de convertirse en cazador: entrar solo en el pantano del Caos y matar a un bicho caótico. Hacia allí se encaminó mi señor, entró y vagó por la linde del pantano hasta que encontró unas extrañas huellas, el rastro de una cabra bípeda. Pensó que se trataba de un broo y siguió las huellas hasta una choza. Dentro había luz, así que sacó la thompson y redujo la casucha a escombros. Debajo de los restos de la choza encontró el cadáver de un sátiro. Le cortó la cabeza y lo llevó al consejo del clan, que lo aceptó como cazador y le otorgó el nombre de Devon Matasátiros. Más tarde lamentaría haber gastado tantos proyectiles de thompson en una pieza tan débil, pero eso es otra historia.

Comprendió que los proyectiles de sus armas mágicas no durarían eternamente, así que pasó semanas entrenándose en el uso de la espada, el arco, la lanza, y en aprender a montar el imponente alticamello, y otras habilidades útiles para un nómada praxiano. Cuando estuvo preparado, el clan partió en un largo viaje por los yermos que duró casi un año, y que le llevó hasta las Selvas de la Fiebre, y que le enfrentó a otras tribus nómadas, a incursores broos, e incluso a un Horror, del que logró deshacerse gracias a que su alticamello le aplastó el pecho de una coz.

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La Saga de Santuario-5

ATENCIÓN:  ESTA SAGA PUEDE CONTENER SPOILERS DE MÓDULOS OFICIALES. SI ERES JUGADOR Y VAS A JUGAR USANDO SUPLEMENTOS AMBIENTADOS EN PRAX, COMO RIVER OF CRADDLES, STRANGERS IN PRAX, O SHADOWS IN THE BORDERLANDS NO SIGAS LEYENDO.


Libro Segundo:  Los Años Olvidados y la Maldición del Yelmo.

En negrita los personajes jugadores

Capítulo Segundo. Los Años Olvidados

Indice.

2          Pavis

2.1         Aguas Turbulentas

2.2         Mioreighenet

2.3         Garhound

2.4         Las Cavernas Dyskund

2.5         Barren el Matamonstruos

2.6         La Maldición del Yelmo

2.7         La Búsqueda del Palantir

2          Pavis

Después de sus cuatro años de aventuras en la Isla de los Grifos el grupo se disolvió. Ekkaia se quedó con el halcón gigante, y con la propiedad del barco a medias con Inblinar Sbuff.  El hobbit decidió invertir sus ahorros en su tierra natal, la Comarca, y dedicarse al comercio y la cría de ovejas. Aldruin pidió a Ekkaia que le llevara en su halcón al bosque élfico de Arbolerón, donde pensaba reponerse de sus heridas. Los elfos se interesaron por sus aventuras  en la Isla de los Grifos, Aldruin les contó las excelencias de Ekkaia en el arte de la guerra, y ella se ganó su confianza con su talante honrado y directo. Finalmente el rey élfico le ofreció un feudo en la costa para que la defendiera de los saqueos de los piratas. Allí construyó una torre, y bautizó el sitio con el nombre de Kliébane.  Por su parte, Olger decidió seguir buscando aventuras y, acompañado por su heraldo y sus nueve seguidores, se dirigió hacia Pavis.

Olger no había estado nunca en una ciudad de verdad, pues hasta ese momento lo más grande que había visto era Puerto Soldado. Sus hombres le llamaban Sir Olger, así que designó como escudero a uno de ellos, de nombre Tigoma, y se hospedó en una posada. En sus paseos por la ciudad conoció a un par de aventureros sin trabajo y los reclutó para su grupo, porque no tenía mucha confianza en la habilidad de sus seguidores zaringas.  Uno de ellos era otro caballero, Sir Einar, que pertenecía a una orden de caballeros Malkionitas, un buen guerrero de pocas palabras y espada afilada. El otro era Gingli Vetaskai, un enano de hierro hosco y desconfiado, que además tenía costumbres alejadas de lo que debe ser un verdadero Mostali, era libidinoso como un sátiro y sucio como un mendigo.

Sir Olger y Sir Einar paseaban una noche por la ciudad cuando oyeron los gritos de una mujer, y acudieron de inmediato. La encontraron gravemente herida y no fueron capaces de salvarla. Sólo pudo decir antes de morir, señalando hacia un callejón, que unos encapuchados habían secuestrado a su señora. Los caballeros corrieron en esa dirección y sólo pudieron ver como unos encapuchados entraban en la mansión de Lady “O”. Al día siguiente hicieron averiguaciones por la ciudad, al parecer habían secuestrado a la hija de un noble del Imperio Lunar llamada Karen, y nadie había pedido rescate aunque la familia ofrecía una cuantiosa recompensa.

A pesar de que no estaban seguros de que los encapuchados que habían visto la noche anterior fueran los secuestradores, decidieron entrar esa noche en la mansión para investigar.

Penetraron en la mansión trepando por una de las paredes del patio de carruajes y entraron en la casa, donde fueron atacados por cuatro hombres vestidos de negro. Después de acabar con ellos e inspeccionarlos descubrieron que eran ogros, y sus dudas se disiparon. Subieron al piso de arriba y mataron a una mujer ogra que intentó morder a Sir Einar. Registraron la casa a fondo y no encontraron a Karen, pero sí una entrada  secreta que conducía a un templo subterráneo dedicado a Krarsht.

Desde una balconada vieron como se desarrollaba una ceremonia en el piso de abajo, hombres vestidos con túnicas negras paseaban y cantaban alrededor de un agujero circular delante del altar, y uno de ellos llevaba un bebé en los brazos. Una de dos, o esa era Karen o se habían equivocado completamente de lugar. No se lo pensaron mucho rato, bajaron corriendo las escaleras  y se lanzaron al combate cogiendo por sorpresa a los de Krarsht, pero el que llevaba al bebé lo arrojó al foso. Mientras sus compañeros se encargaban de los hombres de negro Gingli salto al agujero sin saber si era un pozo sin fondo, seguido por Tigoma. Cayeron al suelo desde una altura de dos metros y vieron a tres hijos de Krarsht que se llevaban al bebé por un laberinto de túneles, les siguieron y se entabló un fiero combate en los pasadizos, en el que Gingli acabó con los tres a cambio de perder su armadura a causa del ácido de las bestias. Cogió al bebé y vió que tenía una medalla colgada al cuello que la identificaba como Karen, acompañado de Tigoma salió corriendo en dirección al agujero por el que habían saltado desde el templo perseguidos por más hijos de Krarsht, y ya estaban a punto de ser alcanzados cuando Tigoma se quedó cubriendo la retirada del enano. Arriba el combate había terminado con todos los hombres de negro y el heraldo de Olger muertos, así que el pastizaleño y Einar pudieron ayudar a Gingli y a Karen a salir del pozo, mientras los hijos de Krarsht acababan con el valiente Tigoma.

Al día siguiente entregaron a Karen a sus familiares y cobraron la recompensa, pero a Sir Einar no le dio tiempo a gastarse el dinero, ya que un caballero de su misma orden Malkionita, Sir Gerwom, vino a buscarle para que se incorporase a una campaña militar. Esa fue la última vez que le vieron, pues los dos caballeros murieron al cabo de unas semanas durante el asalto al castillo de Trueque.

2.1      Aguas Turbulentas

Sir Olger alquiló una casa en Pavis para alojar a sus seguidores zaringas porque los gastos en la posada le estaban arruinando. El resto del año fue pasando en holgazaneo y entrenamiento a partes iguales, hasta que los fondos se fueron agotando. Durante estos meses se unieron al grupo Trislojif, un hobbit de dedos ágiles, Urquhart, un enano de piedra con avidez de nuevos conocimientos y aventuras, y Donaldus McKuak, un pato aficionado a las artes mágicas. Cuando la falta de fondos fue evidente, Olger buscó trabajo como mercenario.

El empleo llegó de la mano de los Ingilli, una rica familia de comerciantes de Pavis, que les ofrecieron una buena paga para llevar correspondencia y mercancías río abajo y entregarlos a los agentes comerciales de la familia en Corflú. Tuvieron que engañar a Gingli para que subiera al barco, porque siempre decía que el agua no se hizo para los enanos, aunque los demás opinaban que en realidad tenía miedo de caerse y perder la gruesa costra de mugre que tanto tiempo le había costado conseguir. Los seguidores de Olger se quedaron guardando la casa de Pavis y los caballos, mientras que Sir Olger, Gingli, Trislojif, Urquhart y McKuak emprendieron el viaje. La travesía en barcaza por el Zola Fel, el Río de las Cunas, desde Pavis a Corflú duró poco. No llevaban ni tres horas de travesía cuando la embarcación fue rodeada por el gorp más grande que jamás hubieran visto y zozobró, o más bien se disolvió, y todos sus ocupantes cayeron en el limo caótico dándose por muertos.

Olger estaba en la más absoluta oscuridad, oía sonidos distantes que no podía identificar y un olor húmedo y putrefacto se le metía por la nariz. Esto le hizo pensar, ¿cómo puedo oler algo si estoy debajo del agua? Abrió los ojos y, estupefacto, comprobó que estaba tendido boca abajo en un lodazal a orillas del río, rodeado de un campo de hierbas altas, y sus ropas empapadas como si acabara de salir del agua. Se incorporó y vió los cuerpos de sus compañeros tendidos también en el barro, y un grupo de babuinos gigantes que les estaban robando cinturones, mochilas y armas. Con el zarandeo de los babuinos se fueron despertando uno a uno y se organizó un gran desconcierto, Sir Olger y sus amigos conmocionados todavía por la experiencia, y los babuinos asustados de que los “cadáveres” que iban a saquear se levantaran de golpe. Después de unos momentos de sobresalto, gritos y amenazas, el diálogo se fue imponiendo y los babuinos les informaron de que se encontraban en el delta del Zola Fel, cerca de Corflú. La sorpresa fue total, habían pasado de caer dentro de un gorp cerca de Pavis a yacer en un lodazal a cientos de kilómetros río abajo.

Viajaron con los babuinos, liderados por su chamán, Chuff, en dirección a Corflú, y al cabo de unos kilómetros se percataron de que los cinco llevaban un especie de tatuaje en la palma de su mano derecha: las runas de Agua, Movimiento y Armonía. Por la tarde se despidieron de Chuff y el resto de los babuinos y al anochecer acamparon a orillas de un canal del delta. A la mañana siguiente se encontraron con dos pescadores en una canoa, que se ofrecieron para guiarles hasta Corflú. Por el camino los pescadores les contaron que desde hace poco sufrían una plaga de gorps e incluso dos pescadores del poblado habían desaparecido sin dejar rastro mientras faenaban en el delta. También observaron los estigmas en las manos de los cinco amigos e identificaron las dos primeras runas, agua y movimiento, como los símbolos del Dios del Río, y les dijeron que si eran devotos del Zola Fel podían visitar al sacerdote Sa’ar al llegar a su destino.

Corflú apareció ante ellos como una isla rodeada de pantanos en uno de los canales principales del delta. En las islas pantanosas cercanas se apiñaban las chozas de los pescadores del delta. Sarky y Dagis, que así se llamaban los pescadores que les guiaban, les dijeron que en las islas que rodeaban Corflú vivían unas trescientas personas que se dedicaban a la pesca, pero en la propia Corflú vivían otros trescientos fuera de las murallas del puesto lunar. Les advirtieron que no se dejaran ver con armas porque las tropas de ocupación del Imperio Lunar desconfiaban de los forasteros armados. Se acercaron a la isla por el norte, vararon en la playa del poblado de pescadores y se alojaron en las chozas de las familias de Sarky y Degis, mientras éstos salían a «hacer recados”. A escasos treinta metros del poblado se levantaba “la muralla de Corflú”, que no era más que una recia empalizada que rodeaba a dos edificios grandes y una quincena de pequeñas construcciones. La verdad es que los cinco amigos esperaban más del único puerto del delta del Río de las Cunas, a la postre una de las razones para que el Imperio Lunar invadiera Prax.

Sarky y Degis volvieron a mediodía acompañados del Reverendo Sa’ar, lo que fue una sorpresa para Olger y los suyos, no porque apareciera el sacerdote de Zola Fel, sino porque éste era un tritónido, que a los ojos de los cinco amigos no dejaba de ser más que un lagarto humanoide muy delgadito. El sacerdote les dio la bienvenida y pidió muy educadamente examinar los estigmas de los recién llegados. Después de examinarlos se sentó y se quedó mirando al infinito, Sarky les dijo entonces que el sacerdote estaba pensando y que «eso podía llevar un rato». Olger y los demás esperaron perplejos unos cinco minutos hasta que el Reverendo Sa’ar volvió de su trance, y les contó con su voz pausada que la noche anterior había tenido un sueño que no comprendió hasta que vio a estos cinco extranjeros con las marcas en sus manos. Estos estigmas eran como los tatuajes que había visto anteriormente en el subculto de los Puros de Zola Fel, pues el Agua y el Movimiento son el Zola Fel, y la Armonía es la calma en el río, de la que son guardianes los Puros. Sabía que los estigmas que lucían los cinco extranjeros eran encantamientos de poder que el Zola Fel daba a las Voces del Río. Un murmullo recorió a todos los pescadores presentes

según el sacerdote pronunciaba estas palabras, pero una mirada seria de Sa’ar les calló. El Reverendo dijo entonces que sabía que estas eran buenas noticias para el Zola Fel en estos momentos de preocupación, pero admitió que no sabía qué era lo que los extranjeros debían hacer ahora. Decidió retirarse al templo a “escuchar al Río”, y les advirtió a los pescadores que mantuvieran la boca cerrada, y a los cinco amigos que no salieran de la choza hasta que él volviera. Y entonces hizo algo sorprendente,

besó los estigmas de cada uno de ellos, salió de la choza y se zambulló en el agua. Los pescadores se abalanzaron sobre los asombrados extranjeros y besaron sus manos como había hecho el Reverendo Sa’ar. Degis les contó que las Voces del Zola Fel eran héroes que aparecían excepcionalmente cuando la comunidad del río estaba en grave peligro, y les agradeció que hayan venido a salvarles de la plaga de gorps, cosa que no agradó a ninguno de ellos.

Fueron agasajados por los pescadores durante todo el día, hasta que a la hora de la cena el Reverendo Sa’ar salió del agua y se dirigió a ellos diciéndoles que ya tenía todas las claves del dilema. Dijo que los estigmas eran encantamientos de matriz de los conjuros de Ojos del Río, Respirar Agua y Extensión, y les invitó a una ceremonia nocturna para cargar los conjuros en las matrices. El tiempo que durarían los estigmas dependería del comportamiento de los héroes, y el conjuro de Extensión estaba ligado exclusivamente al de Respirar Agua, que sólo funcionaría en contacto con el agua del Zola Fel. Finalmente les aconsejó que viajaran al santuario de Kinope para hablar con su sacerdote, y les instó a que abrazaran el culto a Zola Fel. Así lo hicieron, y durante la ceremonia sus estigmas brillaron intensamente durante unos instantes y sus matrices fueron cargadas. Después de la ceremonia Sa’ar les ofreció una embarcación y un guía para volver a Pavis, pasando por el santuario de Kinope, y les pidió el favor de que les libraran de una plaga de tiburones del barro que estaban matando pescadores tritónidos en el pantano. Cumplieron con el trámite sin demasiados problemas y mataron seis de esas temibles criaturas en su guarida.

Pescadores y tritónidos despidieron a las Voces del Zola Fel con regalos de comida, armas y equipo (dentro de sus escasos recursos), y peces mensajeros fueron enviados por Sa’ar para que todos los iniciados de Zola Fel conocieran la existencia de las Voces del Zola Fel y les ayudaran en la medida de lo posible. También les dio consejos sobre cómo enfrentarse a los gorps, les presentó a su guía y barquero, Desi Shing, y les entregó su más preciada pertenencia: una matriz del conjuro de Resurrección que le habían regalado hace años en el templo de Chalana Arroy en Pavis. A la mañana siguiente partieron río arriba.

Desi Shing navegaba de día y hacía noche en poblados de pescadores, donde las Voces del Zola Fel debían contar una y otra vez su historia y enseñar sus estigmas. Después de dos días de travesía vieron a un niño que les hacía señas desde la orilla, a su lado había una nutria. Cuando se acercaron el niño les obligó a identificarse como las Voces enseñando sus estigmas. Una vez identificados, y con la inocencia típica de un niño, les pidió que le ayudaran como héroes que eran, debían matar a un gorp de unos dos metros que había ocupado la guarida de su nutria. Ninguna de las voces pensó siquiera en hacerlo, salvo Trislojif, el hobbit, que se metió en la estrecha cueva y acabó con el engendro caótico. A cambio se quedó con un broche matriz de un conjuro de Silencio que encontró en la guarida de la nutria, con el consentimiento del agradecido niño. Después todos disfrutaron de una buena cena y una litera caliente en el poblado del niño.

Al cuarto día vieron varias columnas de humo en el horizonte. Desi les dijo que eran señales de socorro de los granjeros, y en la frontera            una señal de socorro es sagrada, así que el barquero soltó una ondina que llevaba ligada a su anillo de latón y le ordenó que llevara la barca río arriba a toda velocidad. Al poco divisaron una torre de vigilancia, desde donde les dijeron que la granja Gubrana había sido atacada y les indicaron cómo llegar. Desembarcaron y llegaron a la granja, donde encontraron a dos mujeres y un niño aterrorizados, los broos habían torturado a un niño y habían secuestrado a una niña, dos hombres habían salido detrás de los diez broos hacía un par de horas. Siguieron el rastro de los broos, y al cabo de dos horas encontraron los cadáveres de los dos hombres que habían salido a perseguirles, y que aparentemente habían caído en una emboscada. Continuaron rastreando hasta que llegaron a una pared rocosa con abundantes cuevas, arrasaron la guarida de los broos y rescataron a la niña secuestrada.

A la vuelta se encontraron con mercenarios del Duque Raus de Rone, que venían siguiendo el rastro de los broos y de Olger y sus compañeros. Entregaron la niña a su familia y aceptaron la invitación del oficial de los mercenarios para alojarse en Ronegarth, el castillo del duque. Cenaron con los mercenarios en el castillo, más bien un fuerte, y durmieron en cómodas literas (todos menos Gingli, que prefería dormir en la cuadra). Por la mañana fueron recibidos por el Duque, que les agradeció la ayuda prestada, les invitó a visitarle en el futuro y les entregó una recompensa de 50p por cada broo que habían matado. Sir Olger recibió 225p, Gingli 175p, Urquhart 100p., y Desi Shing 50p.

Continuaron navegando río arriba y encontraron a un tritónido gravemente herido y a otro muerto, a la orilla de una charca. En el agua había un gran gorp, y las heridas de los tritónidos parecían quemaduras de ácido. Mataron al bicho y a cuatro pequeños gorps que salieron de él cuando reventó. Curaron al tritónido herido y decidieron resucitar al muerto con el conjuro de Resurrección que les entregó el Reverendo Sa’ar. Los tritónidos se llamaban Ge’hechya y Ma’char, y juraron entrar al servicio de las Voces del Zola Fel después de ir a su poblado a realizar unas ofrendas. Acordaron reunirse en Pavis lo antes posible.

Al cabo de tres días, y después de pasar la inspección aduanera de la patrulla fluvial del Condado del Sol, llegaron al Santuario de Kinope. Desi les llevó hasta la secreta fuente, perdida entre los cañaverales, donde se congregan numerosos iniciados de Zola Fel en busca de los poderes curativos de sus aguas. Les presentó como Voces del Río y tuvieron que enseñar otra vez sus estigmas y contar su historia. Cuando terminaron se hizo un silencio sepulcral y del agua asomó un gigantesco pez gato. Todos los presentes hicieron una reverencia, y el pez comenzó a hablar en el lenguaje del Río. Desi hizo de traductor y Ojo Brillante, el pez sacerdote, confirmó que ellos eran las Voces del Río y que evidentemente el Zola Fel los había salvado de la muerte para que ellos ayudaran a la comunidad a vencer a los gorps. Durante la cena, los lugareños pillaron a Urquhart el enano con la mano en el bolsillo de uno de ellos, lo detuvieron y lo llevaron ante la presencia del sacerdote. Según la ley local debían cortar la mano del ladrón, pero el sacerdorte consideró que no sería bueno para la comunidad que una de las Voces del Río se quedara manco, así que recurrió a una antigua costumbre, según la cual el ladrón debía comprarle al ofendido un cerdo, y éste cortaba la mano del cerdo en lugar de la del reo. Así se izo, y desde entonces se conoce al enano como Urquhart Mano de Cerdo.

A la mañana siguiente llegaron noticias del norte, un gigantesco gorp estaba atacando la comunidad de Harpoon, así que las Voces del Zola Fel zarparon río arriba.

Al llegar a Harpoon divisaron un enorme gorp como el que había atacado a Ge’hechya y Ma’char, y llegaron a la conclusión de que si el gorp moría saldrían de él decenas de pequeños gorps, y eso sería un desastre para la gente del río. Fueron a hablar con los comandantes militares de Harpoon (gente del Condado del Sol) y sólo fueron recibidos porque su fama como Voces del Zola Fel les había precedido. Les costó mucho trabajo, pero al final convencieron a los militares de la peligrosidad de atacar inmediatamente al gorp sin tener una estrategia para contener a los pequeños gorps que saldrían de él. Durante toda la noche discutieron una estrategia, y de madrugada mensajeros salieron en todas direcciones para coordinar la operación.

Al amanecer, decenas de hombres y tritónidos coordinados con trompetas y banderas, rodearon al tremendo gorp y el ataque comenzó. Botes y canoas tripulados por pescadores cercaron al gorp por el norte y el sur, desde las orillas este y oeste arqueros del Condado del Sol prepararon flechas incendiarias, y desde lo alto del acantilado oriental una gigantesca ballista estaba tensa y lista para disparar. Al sonar el cuerno de guerra la ballista lanzó su proyectil, que se hundió completamente en el bicho caótico, y nubes de flechas incendiarias cayeron sobre él, mientras los pescadores lanzaban redomas llenas de agua purificada desde sus canoas. Cuando la ballista disparó su segundo proyectil el gorp explotó, lanzando decenas de gorps al aire. Los arqueros atacaron con antorchas a los que cayeron en la orilla.  Los peces del río, coordinados por Ojo Brillante, dirigíeron a los tritónidos bajo el agua para eliminar a los que se escondían en las aguas poco profundas de los cañaverales. Río abajo esperaban botes cargados con sacerdotes del Condado del Sol que acababan con los que bajaban flotando lanzándoles conjuros de disrupción. Al final del día dieron por finalizada la cacería de gorps, convencidos de que habían acabado con la mayor parte de ellos. Calcularon que dentro de la bestia había unos ciento veinte pequeños gorps.

La noticia se extendió por todo el río: Las Voces del Zola Fel habían destruído al gorp gigante. Esto no era cierto, aunque la verdad es que el entusiasmo que la presencia de Sir Olger y los demás inspiraron a la gente del río permitió encontrar y aniquilar a casi todos los microgorps que cayeron al agua. Por la noche, los pescadores organizaron una gran fiesta, a la que acudieron altos mandos del Condado del Sol para agredecer su colaboración a Ojos Brillantes y a las Voces del Río. Al día siguiente, y a pesar de la terrible resaca del vino de palma, el implacable Desi Shing despertó a los cinco amigos para zarpar en dirección a Pavis. A lo largo del viaje grupos de pescadores les aclamaron desde la orilla, y a su llegada a la ciudad todos estaban al coriente: las Voces del Río, Los Elegidos del Zola Fel, Los Guardianes del Río, Los Exterminadores del Gigantesco Monstruo Caótico habían llegado a Pavis. Iba a ser difícil pasar desapercibidos.

Desi les dejó en la barcaza-templo de Zola Fel en Pavis para que hablaran con el Gran Sacerdote. La enorme barcaza sirve de templo permanente en la ciudad y sólo zarpa en ocasiones especiales. A proa y popa se erigen dos grandes tiendas de lona que sirven para realizar los oficios y como residencia de los sacerdotes, y en el centro se encuentra el altar, al lado de una abertura que permite que las criaturas acuáticas tengan acceso al altar desde el fondo del río. Allí les esperaban cuatro tritónidos, Che’en, Gran Sacerdote de Zola Fel en Pavis, y a sus tres acólitos.  El sacerdote les comunicó que creía que la plaga de gorps la había causado el enorme gorp que ellos habían matado en Harpoon, pero estaba seguro de que había alguna fuente maligna en el río, porque aquella mañana habían avistado un enorme gorp al sur de la ciudad. A la mañana siguiente, Desi Shing se despidió de ellos porque estaba ansioso de volver a Corflú.  Acudieron al templo Ge’hechya y Ma’char, los tritónidos que habían salvado días antes, y se pusieron a su servicio durante un año por la deuda de honor que habían contraído con ellos.

Descansaron dos días en su casa de Pavis hasta que recibieron noticias de varias fuentes que indicaban que se oían ruidosos gorgoteos y había gran cantidad de peces muertos cerca de la Isla del Ogro, en las ruinas de la antigua Pavis. Hacia allí se encaminaron Sir Olger, Gingli, Trislojif, Urquhart Mano de Cerdo y Donaldus McKuak, acompañados por Ge’hechya y Ma’char. Entraron en una cueva de la Isla del Ogro, y bucearon por pasajes inundados y atravesaron cuevas con el agua por la cintura (Trislojif el hobbit con el agua al cuello). Cuando llevaban más de una hora bajo tierra fueron atacados por un caracol-dragón al que despacharon sin muchos problemas. Siguiendo el rastro de pequeños gorps fueron penetrando más en las cuevas y tuvieron una fiera pelea con un walktapus que encontraron en una laguna poco profunda. Ya estaban a punto de darse por vencidos cuando sintieron unos cánticos extraños que no parecían a nada que hubieran oído antes. Siguieron los sonidos bajando por unas terrazas que llegaban a una poza llena de pequeñas criaturas sin ojos, con cráneos ovalados y grandes bocas llenas de dientes afilados, y entre ellas un humanoide deforme que entonaba extraños cánticos coreados por el murmullo de las pequeñas criaturas. Atacaron sin dudarlo matando al humanoide y causaron una gran masacre entre los pequeños cantores. Al final de la refriega ninguno de los amigos sufría heridas graves, y en el regisro de la cueva hallaron tesoros suficientes como para mantenerles por una buena temporada.

El Gran Sacerdote Che’en dio por oficialmente concluída la plaga de gorps al cabo de unas semanas, y se celebró una gran fiesta en honor de las Voces del Zola Fel. Los fieles les hicieron incontables regalos, la mayoría de muy poco valor por ser los pescadores gente de escasos recursos, y Sir Olger y los suyos renovaron los conjuros gastados de sus estigmas.  Se despidieron de Che’en prometiéndo visitarle a menudo (cosa que no hicieron) y volvieron a la tranquila vida de su casa en Pavis.

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